A seguir viendo la tele, pensé, mientras me regodeaba en la sensación de libertad tras una jornada de estresante trabajo. Por delante, casi 12 horas frente al televisor.
-Desperdicias tu vida, me decían. Pero ellos no podían comprender.
Encontrar aquel viejo monitor abandonado y darle al desgastado botón de “on” fue todo uno y, a la de tres, ya estaba dentro.
He vivido miles de aventuras y cientos de vidas, pero hoy, por fin, he quedado con “El Profesor” para robar la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre.
Nunca más tendré que vivir la vida de otros.