Tampoco hoy encontré trabajo. Cómo podía ser eso posible si yo había nacido para trabajar… ¿o no?
-Tú, obrera -me dijeron.
Decidí salir de mi zona de confort y explorar más allá de mi casa. Pero, a medida que avanzaba, más extraño me sentía.
Al volver a la colonia, pasé por el gran agujero de la hormiga reina y una sensación, cálida y potente, explotó dentro de mí.
Por fin.
Aunque sabía que la copularía hasta morir, estaba pletórico, pues ese era mi destino. Maldito incompetente el que dijo que yo era una hormiga obrera.
Presentado en la XIII Edición de Relatos en Cadena, concurso de microrrelatos que organiza la Escuela de Escritores junto con la Cadena SER.